sábado, 13 de diciembre de 2008

El espeluznante testimonio de la misteriosa mujer menguante

Al escribir esto intentaba dejar constancia de la situación irrevocable que le abordaba. Algo extraordinario le está sucediendo, está despareciendo. Si, es verdad, no es creíble… pero lo hace y no quiere que ocurra sin que nadie se de cuenta. No sabe quien la sustituye pero sospecha que no es de fiar. Aprovecha los ,omentos débiles para borrarla poco a poco, la empuja en las lágrimas cuando llora, por eso ha comenzado a guardarlas en un frasco con su nombre. Aprovecha para reírse por mí, no sabe de quién la sonrisa de su cara, pero es cruel, le estira las comisuras de los labios hasta límites insospechados, y duele; con sus carcajadas, además, le abrasa la garganta. Aún consigue ganar alguna batalla, cuando cuando acierta a pedir ayuda, pero no cree que lo soporte mucho más. La última vez lo encontró arrancándole la esperanza y quemámdola en una enorme hoguera de ansiedad en su pecho. Ha secuestrado su ego y lo ha amordazado en su estomago, y ano puede comer. Un público numeroso le señala con el dedo y se ríe de Ella, llevan caretas de sus amigos.

Como dije, está desapareciendo, y antes de que eso suceda ha tomado una serie de medidas de seguridad.

Ha fabricado una careta y unas gafas de Ella. Ha grabado unas canciones que Ella misma ha compuesto, pues el intruso no entiende de música, cada nota es esencia de sí misma. Ha escrito cartas a diferentes personas de su círculo más íntimo para que las lean cuando haya desaparecido por completo; por temor a que cuando perder el control de las manos, el las quemara, las ha guardado en la caja sonora de su guitarra donde el nunca miraría. Todo esto lo hace mientras llora, el único momento en que el está despistado. Se dedica a empujar trocitos de mí por mis lacrimales.

Creo que todo esto empezó en ese momento en el que se dio cuenta de que todo por lo que había luchado era falso, y el fracaso le escupió en la cara, la humillación y la tristeza la retenían y no se pudo limpiar. Poco a poco la desilusión se le agarró a las terminaciones nerviosas de su cerebro y ahora es demasiado tarde, está ganado terreno y Ella perdiéndolo.

Ayer se miró al espejo y no se reconoció. Cada suceso de su vida le recordaba lo insignificante que se volvía por momentos, ya solo era una marioneta de Aquel. Así que cogió un estropajo de metal y se arañó la cara hasta que n pudo ver más que sangre. Ahora lleva la careta todos los días, se pone sus gafas de Ella y sale a la calle. Ya ni siquiera puede ver a través de sus ojos. Ha sido derrotada pero no podrían decir que no lo intentó. Desaparece, se consume en su ansiedad y se pudre en su estomago. Desde fuera nadie se ha dado cuenta aún. Aquel es tan listo…

Este es el testimonio de Ella. Actualmente rescatarle de las profundidades de sí misma es cosa de un imposible, pero sabed que Ella escucha. Es lo único que le queda. Quizás por morbosa crueldad de Aquel, pero todavía es capaz de escuchar como funciona su vida sin Ella. Subió demasiadas veces para luego bajar corriendo y así empezó todo.

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