jueves, 14 de mayo de 2009

Por favor, ¡ya!

¡Dios mío!Creo que estoy empezando a obsesionarme con sus piernas.
En clase las siento, sé que están ahí. Y me estan mirando ¿Y qué hacer? ¿Seguir tomando apuntes como si nada?
Además, llega el verano. Cuánto más se acerca, más se acortan sus faldas. Y cruza las piernas, y se las acaricia. Seguro que lo hace para provocarme, la muy perra.
El otro día consintió en venir al cine conmigo. Menos mal que yo ya había visto la película, porque no fui capaz de concentrarme. No me hubiera enterado de nada.
Entonces, tomé aliento, cogí fuerzas, y lo hice: le puse una mano en el muslo. Delicadamente, como si no se fuera a enterar, pero las dos sabíamos que era inevitable. La pantalla desapareció. ¡Qué vergüenza!¿En qué momento se me ocurrió hacer esto? Jo, pero que tacto tan agradable...


Tengo miedo.

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